viernes, 4 de abril de 2014

"No, si yo no quiero que mi hijo sea un virtuoso..."

Hace unos días una amiga me comentaba que no sabía si apuntar a su hijo a música o a fútbol. Le contesté yo que, dejando fuera otro tipo de consideraciones, hay una diferencia esencial entre una y otra actividad.

Por lo que yo sé, cuando un hijo hace un deporte acude a los entrenamientos varios dias por semana y normalmente juega un partido los sábados por la mañana. Hasta ahora nunca he oído que un entrenador obligue a sus jugadores a hacer en casa cien abdominales diarias además de dar quince vueltas a la manzana. La práctica deportiva en ese nivel digamos escolar no suele exigir nada más allá del compromiso de acudir a entrenamientos y partidos y, por supuesto, hacerlo todo lo mejor que uno sea capaz.

No sucede así con la música (le decía yo a mi amiga).

Por una parte su hijo tendría que acudir a la escuela de música unos días determinados en un horario determinado. Hasta aquí no vemos diferencia con el entrenamiento deportivo. Pero en la escuela de música mandan tarea.
No se aprende a tocar un instrumento sin estudiar. Ningún instrumento. Repito: ninguno. No es que esto suceda con el oboe "porque es muy difícil y, tal vez, si le apuntamos a otro...". No. Ningún instrumento se llega a tocar sin estudio. No sé si ha quedado claro.

En este momento mi amiga dijo eso de "no, si yo no quiero que mi hijo sea un virtuoso".

Como no es la primera vez que oigo algo así, creo que conviene pararnos un momento a pensar qué es un virtuoso.

Cuando en música hablamos de virtuosos nos referimos a intérpretes que tienen unas cualidades excepcionales además de una capacidad de trabajo enorme. No existen los virtuosos vagos, del mismo modo que no existen los genios compositores que no añadieran a su genialidad miles de horas de borradores antes de parir sus maravillosas composiciones. Un ejemplo de esto son los borradores del mismísmo Beethoven.

Así se lo expliqué a mi amiga. Un virtuoso es un niño con cualidades excepcionales que, además, trabaja muchísimo (quiero que esto quede claro porque los profesores de instrumento estamos hartos de ver casos de "facilidad" que se quedan parados irremediablemente en algún punto de sus estudios musicales por no tener capacidad de trabajo).


Las personas que, como yo, no somos virtuosas, hemos aprendido a tocar un instrumento con trabajo. Y hemos descubierto muy pronto que sin estudio uno no pasa nunca de Do Mayor y del estudio número uno del libro de turno. Para tocar un instrumento medianamente bien, o razonablemente bien, o digamos para tocar algo más que Do Mayor y el estudio número uno hay que estudiar. Y sin estudio desaparece la motivación, porque no hay mejoría ni se pueden abordar piezas más difíciles. No hay reto ni ganas de ir alcanzando pequeñas metas.

No pasa nada si no somos virtuosos. Yo misma soy una encantadísima oboísta mediocre que tiene a su disposición miles de páginas de maravillosa música para disfrutar tocando. No tocaré el concierto de Strauss en el Carnegie Hall -ni falta que hace- pero, eso sí, para tocar cualquier otra pieza que esté a mi alcance tendré que desplegar el atril, mojar mis cañas, montar el oboe, SACAR EL METRÓNOMO, y ponerme a estudiar. También yo. Igual que todos.

De modo que, queridos padres, si queréis que vuestros hijos disfruten tocando...¡animadles a estudiar!

A continuación y para ilustrar con un ejemplo qué es eso de un virtuoso os invito a ver un vídeo que algunos recordaréis: se trata de nuestro ya querido Alexei Ogrintchouk (a quien algunos vimos el año pasado en Baluarte precisamente con el concierto de Richard Strauss) con muy poquitos años tocando de maravilla.

¿Os cuento un secreto? El año pasado, después de ese concierto en Baluarte, algunos tuvimos la suerte de cenar con Alexei y hablar con él de mil y una cosas relacionadas con la carrera del oboísta solista. Os aseguro que Alexei ¡¡estudia muchísimo!!

3 comentarios:

  1. Pero qué verdad más grande!!! María siempre tsn sabia!!!! Un abrazo

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  2. Hola, te cuento que en casa oímos mucha música, siempre todo el tiempo y nos gusta el jazz, entonces un día fuimos a ver un grupo de jazz manouche acá en Lima llamado Le miner swing y mi hijo de 9 años quedó fascinado con el violín, entonces llegando a casa dice mamá, quiero aprendr violín. el solo tocaba la flauta soprano en el cole, pero el quería un instrumento mas coplicado y andaba en la búsqueda hasta que escuchó en vivo el violín, y yo pienso como tal cual tu explicas, el instrumento no es un hobby, como que peloteo hoy pero mañana no, quizás voy este mes a clases y en el verano no etc... yo le dije tu comienzas el violín y lo seguirás por años !!! pues cualquier instrumento que comienzas no es un taller libre para el ocio, le advertimos bastante para que realmente asuma el compromiso con seriedad. y comenzó, encontramos un profesor Peruano que estuvo por años en la sinfónica de Pretoria y regresó a su país hace muy poco, compramos el instrumento y ya lleva 4 meses en clases. con una mejora impresionante pues se le hace muy fácil la lectura de música, el profesor captó su interés y su aprendizaje rápido y está que lo estruja ! y en la semana ensayamos cada día y digo ensayamos por que como mamá pese a no saber nada de música , le debo corregir las indicaciones que deja el profesor. Entonces tu post es muy acertado, pues comenzar con un instrumento requerirá del niño como de los padres TIEMPO Y CONSTANCIA ! el estudia cada día de lunes a domingos, pues una hora al día no le generará ningún trauma, todo lo contrario, enriquece su tiempo en cambio un niño " virtuoso " estudia entre 4 a 6 horas diarias. saludos !

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    1. Hola Glenda
      ¡Muchas gracias por tu comentario!
      Tengo que darte la enhorabuena, como has podido comprobar es muy importante acompañar a nuestros hijos a ver conciertos.

      Como ves, el estímulo de los padres es necesario y no importa si no tienen formación musical. Una palabra de apoyo, un empujoncito para ponerse a estudiar...ayudan mucho a nuestros hijos a continuar con la práctica.

      Por lo que me cuentas, parece que lo estáis haciendo muy bien, y vuestro hijo va a disfrutar muchísimo de la música tocando el violín... ¡enhorabuena!

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