Aviso: Este artículo va dirigido a cualquier estudiante de música, toque el instrumento que toque. Si no tocas el oboe y deseas sentirte aludido, puedes sustituir mentalmente el vocablo "oboe" por el de tu instrumento.
Muy queridísimos aprendices oboístas y oboístos:
Muy queridísimos aprendices oboístas y oboístos:
Antes de empezar, como tantas veces, a aburriros con mis anécdotas de abuelita del oboe, os diré el por qué de este nuevo artículo. Tiene que ver con un hecho real, que llevo años constatando y que no acabo de asimilar:
I. ¿POR QUÉ NO LO HACÉIS? (Me pregunto entre retortijones, estirándome de las coletas...)
Bueno, aquí me gustaría que le dierais un repaso a aquello que os escribí sobre la música clásica. Y alguno de vosotros osará preguntarme: "Y, ¿por qué leer el rollo aquel sobre la música clásica si yo, en realidad, toco el oboe?"
Ante semejante pregunta me veo obligada a ponerme un poco macarra. Vamos a ver...sé que podemos entretenernos muchos trimestres dando vueltas a las eternas -y, sí, incluso no demasiado feas- bandas sonoras de Disney. Pero seamos sinceros: ¿qué porcentaje del repertorio propio del oboe representan las bandas sonoras de Disney? Si respondo a esta pregunta refiriéndome en exclusiva al repertorio escrito concretamente para el oboe con absoluta y clara intención del compositor de turno de escribir para el oboe estimo que el porcentaje sería..¡¡¡del 0%!!!
Por lo tanto, estamos ante un instrumento cuyo maravilloso repertorio ha sido escrito desde su nacimiento a finales del siglo XVII (diecisiete) hasta nuestros días por compositores de los que vosotros llamaríais clásicos.
Es decir: tocáis un instrumento para el que cientos de compositores durante siglos han escrito páginas memorables...¿¿¡¡Y NO OÍS ESA MÚSICA!!??
II. ¿POR QUÉ CREO QUE DEBERÍAIS OÍR MÚSICA OBOÍSTICA?
De modo que estáis poniéndoos rojos, feos, hinchados y fatigados tocando un instrumento del que algunos no conocéis el repertorio. Os daré sólo algunas de las muchas razones por las que creo que sería bueno que lo conociérais:
1ª Podría ayudaros a contestar con orgullo a esos que ponen cara de póker cuando les contáis que tocáis el oboe que, además de ser el más hermoso de los instrumentos que suenan sobre la faz de la tierra, tiene, por ejemplo, un concierto compuesto por el mismísimo Wolfang Amadeus Mozart.
2ª Podríais llegar a formar parte de esos grupos de gente original que habla durante horas de los matices magistrales que aportan los diferentes oboístas a uno u otro concierto, sonata o solo de orquesta. Si además llegáis a ser capaces de hablar también durante largo rato de las cañas, sus orígenes, secados, formas, sonidos, raspados y remojados, seréis unos auténticos oboístas.
3ª Es bastante consolador comprobar que los grandes oboístas también se ponen rojos, feos e hinchados. Por otra parte, uno se da cuenta de que esta cuestión no se resuelve con los años sino que va unida al instrumento. Es irremediable.
4º A veces sucede que oír música oboística provoca ganas de tocar el oboe, para llegar a tocar como el del disco. Eso, al menos, me pasaba a mí, y así os lo voy a relatar en el siguiente epígrafe.
III. VUESTRA ABUELIPROFA DE OBOE:
Yo era ya mayorcita cuando empecé a estudiar música. Normalmente los que llegamos mayorcitos al estudio de la música sabemos lo que queremos: llegar a tocar la maravillosa música que hemos oído. Eso sí, nos exponemos a sufrir una gran decepción cuando comprobamos -en el caso de los oboístas con el primer soplido- que nuestro instrumento no suena como el de los discos...pero, si conseguimos perseverar, puede llegar el día en que el profesor coloque en nuestro atril una partitura de las que tantísimas veces hemos oído. Os aseguro que es muy emocionante...¡tocar la música del disco! (Aunque no la toquemos como el solista del disco)
A muchísimos de vosotros todo esto os resulta muy ajeno, empezando por la palabra "disco". De acuerdo, soy una abuela. He conocido los vinilos y las casetes, formatos del pleistoceno tecnológico que, por cierto, ahora en algún caso se están recuperando. Cuando me enamoré del oboe oía un programa en Radio Clásica que se dedicó al oboe. Todavía guardo la casete en la que grabé aquel programa. (Incluyo una foto de una auténtica casete, por si alguno que otro no sabe a qué me refiero)
En la época en que empecé a aficionarme a la música clásica no sabía qué discos comprar ya que era muy ignorante en lo que se refiere a compositores, épocas, intérpretes...así que iba a la tienda y empezaba a trastear. A veces compraba un disco sólo porque el nombre del compositor se me hacía curioso y su época empezaba ya a gustarme. Me decía: "A ver...barroco, italiano, instrumentos originales, oboe, violín...¡lo compro!" Así fui descubriendo mil y un "tesoros sonoros".
Ahora no podéis hacer esto por una parte porque casi no quedan tiendas de discos y, por otra, porque la industria del disco está clínicamente muerta...¡¡¡pero nunca fue tan fácil (y gratuito) oír música!! Tenéis por ejemplo algo tan sencillo como la búsqueda de youtube. Escribid el nombre de vuestro instrumento y empezad a ver y oír. Están también las aplicaciones gratuitas como Spotify.
También tenemos la radio, ese artilugio que parecía querer morir con los dinosaurios de vinilo y las casetes pero que sigue vivo en gran parte gracias a internet. Os cuento de qué manera. Una radio de referencia es Radio Clásica. Podéis oírla en casa, en el coche...y también on line a tiempo real. ¿Hay un programa que nos ha gustado especialmente y quisiéramos oírlo a otra hora? Pues tenemos todas las emisiones colgadas de la web. Además está aquello de los podcasts, que básicamente consiste en la posibilidad de descargar los programas en tu ordenador y oílos cuando te dé la gana. ¿No es fantástico?
Os contaré qué me pasó cuando, allá por el tiempo de mis veintiocho primaveras, entré en el conservatorio de grado medio (hoy se llama profesional, queda mejor y da más miedo). Cuando entraba por primera vez en el modesto edificio del conservatorio me parecía franquear la puerta del Olimpo o algo así, un lugar en el que todo el mundo adoraría a Beethoven, hablaría de la última ópera representada en el festival de Bayreuth o de la última grabación de Harnoncourt, como mínimo.
En fin, aquello no era exactamente así. Había una gran mayoría de alumnos con una gran afición a la música digamos moderna y una minoría de aficionados a la música llamada clásica. Al menos unos años después los aficionados a la música clásica nos habíamos localizado y compartíamos nuestra originalidad -algunos hasta estábamos suscritos a la revistilla-boletín de Radio Clásica, qué "frikismo"- en ese contexto general de aficionados al pop que tocaban con su violín sonatas barrocas y conciertos románticos.
IV. EPÍLOGO
Llegados a este punto seguramente no podéis ya soportarlo más y necesitáis oír música oboística. ¿No sabéis por dónde empezar? Pinchad aquí. ¡¡A disfrutar!!
¡¡¡ESTUDIÁIS OBOE Y NO ESCUCHÁIS MÚSICA DE OBOE!!!
I. ¿POR QUÉ NO LO HACÉIS? (Me pregunto entre retortijones, estirándome de las coletas...)
Bueno, aquí me gustaría que le dierais un repaso a aquello que os escribí sobre la música clásica. Y alguno de vosotros osará preguntarme: "Y, ¿por qué leer el rollo aquel sobre la música clásica si yo, en realidad, toco el oboe?"
Ante semejante pregunta me veo obligada a ponerme un poco macarra. Vamos a ver...sé que podemos entretenernos muchos trimestres dando vueltas a las eternas -y, sí, incluso no demasiado feas- bandas sonoras de Disney. Pero seamos sinceros: ¿qué porcentaje del repertorio propio del oboe representan las bandas sonoras de Disney? Si respondo a esta pregunta refiriéndome en exclusiva al repertorio escrito concretamente para el oboe con absoluta y clara intención del compositor de turno de escribir para el oboe estimo que el porcentaje sería..¡¡¡del 0%!!!
Por lo tanto, estamos ante un instrumento cuyo maravilloso repertorio ha sido escrito desde su nacimiento a finales del siglo XVII (diecisiete) hasta nuestros días por compositores de los que vosotros llamaríais clásicos.
Es decir: tocáis un instrumento para el que cientos de compositores durante siglos han escrito páginas memorables...¿¿¡¡Y NO OÍS ESA MÚSICA!!??
II. ¿POR QUÉ CREO QUE DEBERÍAIS OÍR MÚSICA OBOÍSTICA?
De modo que estáis poniéndoos rojos, feos, hinchados y fatigados tocando un instrumento del que algunos no conocéis el repertorio. Os daré sólo algunas de las muchas razones por las que creo que sería bueno que lo conociérais:
1ª Podría ayudaros a contestar con orgullo a esos que ponen cara de póker cuando les contáis que tocáis el oboe que, además de ser el más hermoso de los instrumentos que suenan sobre la faz de la tierra, tiene, por ejemplo, un concierto compuesto por el mismísimo Wolfang Amadeus Mozart.
2ª Podríais llegar a formar parte de esos grupos de gente original que habla durante horas de los matices magistrales que aportan los diferentes oboístas a uno u otro concierto, sonata o solo de orquesta. Si además llegáis a ser capaces de hablar también durante largo rato de las cañas, sus orígenes, secados, formas, sonidos, raspados y remojados, seréis unos auténticos oboístas.
3ª Es bastante consolador comprobar que los grandes oboístas también se ponen rojos, feos e hinchados. Por otra parte, uno se da cuenta de que esta cuestión no se resuelve con los años sino que va unida al instrumento. Es irremediable.
4º A veces sucede que oír música oboística provoca ganas de tocar el oboe, para llegar a tocar como el del disco. Eso, al menos, me pasaba a mí, y así os lo voy a relatar en el siguiente epígrafe.
III. VUESTRA ABUELIPROFA DE OBOE:
Yo era ya mayorcita cuando empecé a estudiar música. Normalmente los que llegamos mayorcitos al estudio de la música sabemos lo que queremos: llegar a tocar la maravillosa música que hemos oído. Eso sí, nos exponemos a sufrir una gran decepción cuando comprobamos -en el caso de los oboístas con el primer soplido- que nuestro instrumento no suena como el de los discos...pero, si conseguimos perseverar, puede llegar el día en que el profesor coloque en nuestro atril una partitura de las que tantísimas veces hemos oído. Os aseguro que es muy emocionante...¡tocar la música del disco! (Aunque no la toquemos como el solista del disco)
A muchísimos de vosotros todo esto os resulta muy ajeno, empezando por la palabra "disco". De acuerdo, soy una abuela. He conocido los vinilos y las casetes, formatos del pleistoceno tecnológico que, por cierto, ahora en algún caso se están recuperando. Cuando me enamoré del oboe oía un programa en Radio Clásica que se dedicó al oboe. Todavía guardo la casete en la que grabé aquel programa. (Incluyo una foto de una auténtica casete, por si alguno que otro no sabe a qué me refiero)
En la época en que empecé a aficionarme a la música clásica no sabía qué discos comprar ya que era muy ignorante en lo que se refiere a compositores, épocas, intérpretes...así que iba a la tienda y empezaba a trastear. A veces compraba un disco sólo porque el nombre del compositor se me hacía curioso y su época empezaba ya a gustarme. Me decía: "A ver...barroco, italiano, instrumentos originales, oboe, violín...¡lo compro!" Así fui descubriendo mil y un "tesoros sonoros".
Ahora no podéis hacer esto por una parte porque casi no quedan tiendas de discos y, por otra, porque la industria del disco está clínicamente muerta...¡¡¡pero nunca fue tan fácil (y gratuito) oír música!! Tenéis por ejemplo algo tan sencillo como la búsqueda de youtube. Escribid el nombre de vuestro instrumento y empezad a ver y oír. Están también las aplicaciones gratuitas como Spotify.
También tenemos la radio, ese artilugio que parecía querer morir con los dinosaurios de vinilo y las casetes pero que sigue vivo en gran parte gracias a internet. Os cuento de qué manera. Una radio de referencia es Radio Clásica. Podéis oírla en casa, en el coche...y también on line a tiempo real. ¿Hay un programa que nos ha gustado especialmente y quisiéramos oírlo a otra hora? Pues tenemos todas las emisiones colgadas de la web. Además está aquello de los podcasts, que básicamente consiste en la posibilidad de descargar los programas en tu ordenador y oílos cuando te dé la gana. ¿No es fantástico?
Os contaré qué me pasó cuando, allá por el tiempo de mis veintiocho primaveras, entré en el conservatorio de grado medio (hoy se llama profesional, queda mejor y da más miedo). Cuando entraba por primera vez en el modesto edificio del conservatorio me parecía franquear la puerta del Olimpo o algo así, un lugar en el que todo el mundo adoraría a Beethoven, hablaría de la última ópera representada en el festival de Bayreuth o de la última grabación de Harnoncourt, como mínimo.
En fin, aquello no era exactamente así. Había una gran mayoría de alumnos con una gran afición a la música digamos moderna y una minoría de aficionados a la música llamada clásica. Al menos unos años después los aficionados a la música clásica nos habíamos localizado y compartíamos nuestra originalidad -algunos hasta estábamos suscritos a la revistilla-boletín de Radio Clásica, qué "frikismo"- en ese contexto general de aficionados al pop que tocaban con su violín sonatas barrocas y conciertos románticos.
IV. EPÍLOGO
Llegados a este punto seguramente no podéis ya soportarlo más y necesitáis oír música oboística. ¿No sabéis por dónde empezar? Pinchad aquí. ¡¡A disfrutar!!