2º ¿Cómo podría yo ayudar a mi oboísta si no tengo ni idea de música?
Hay MUCHO que pueden hacer quienes no saben música. Lo primero, animar, hacerle ver cuánto está aprendiendo cuando veáis que se desanima,
participar con él, hacerle saber que nos importa y nos ilusiona lo que
está haciendo. Además, los progresos se notan aunque no sepamos música.
Por
otra parte, de lo que os decía sobre el trabajo técnico podéis deducir
que hay muchos y muy importantes aspectos que no tienen nada que ver con
saber leer solfeo (que es en lo que se suele pensar cuando uno dice que
no sabe música). Si asistís a una clase y observáis las indicaciones
del profesor sobre, por ejemplo, la posición corporal correcta para
tocar, ya estaréis preparados para observar si vuestro hijo tiene una
posición correcta cuando toca en casa.
3º Concretamente, ¿cuánto y cómo tengo que corregir a mi aprendiz de músico?
Como
en casi cualquier cosa en la vida, encontrar el equilibrio ideal en
algo es sumamente difícil. Os diré que en este caso tendremos que
encontrar el punto medio entre la corrección continua y la complicidad
excesiva. Trataré de explicarme...
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NO hay que corregir tanto que el niño no pueda tocar dos notas seguidas
sin ser interrumpido. Es mejor ayudar al niño a tocar con consciencia.
¿Cómo?
Por ejemplo, podemos pedirle que, antes de ponerse a tocar, dedique
unos segundos -puede ser con los ojos cerrados- a observar su posición
corporal y luego, mirando la partitura, piense un poquito en lo que va a
tocar (alteraciones, respiraciones, ligaduras). Después le dejamos
tocar. Cuando acabe, le invitaríamos a analizar un poquito lo que ha
hecho. Que se haga preguntas: ¿he respirado bien? ¿cómo era mi posición
-cuello, espalda, manos, labios...- cuando tocaba? Si se ha liado en
algún pasaje, ¿será que necesito trabajar un poquito ese compás más
despacio?, etc.
Lo
más importante (y que a veces nos cuesta también a los profesores) es
decir primero lo positivo, lo que han hecho bien, y después entre los
dos corregir lo que sea necesario.
Para
los principiantes a veces tendremos que centrarnos en uno o dos
aspectos dejando otros para más adelante, o para otra semana. En este
sentido os tendréis que fiar del profesor. A veces pensaréis: "¿Por qué no le dice nada de cómo está respirando?". Seguramente habrá otra cuestión que el profesor querrá trabajar y en la que desee que se centre la atención del niño en ese momento.
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Tampoco es buena esa complicidad que todo lo disculpa para no agobiar.
Los padres también tienen que ser conscientes de que el aprendizaje
cuesta un esfuerzo, y a veces sacrificio. En mi opinión el estudio de un
instrumento proporciona a los hijos un entrenamiento importante para
aprender a convivir -y a quererse- con la frustración y con las propias
limitaciones, además del impagable ejercicio de la constancia y la
paciencia, tan necesarias para el propio crecimiento intelectual y
personal.
3º ¿Cómo podría animar a mi aprendiz cuando, a pesar del trabajo que realiza, cree que no avanza y se frustra?
Para
empezar...¡¡¡pedidle al profesor que le haga más cañas!!! Bueno, esto
es casi una broma. Casi. Ya sabéis a estas alturas que las cañas nos
pueden jugar malas pasadas, que son frágiles, que ayer sonaban bien y
hoy suenan a rayos catódicos...y esto desorienta y frustra mucho a los
niños. A veces vuestros hijos os dirán que no pueden tocar porque las
cañas no funcionan y "algunas veces de esas veces" esto será totalmente
cierto. Todos los oboístas hemos pasado momentos duros a causa de las
cañas, llegando a mirar con envidia a los flautistas cuando montan su
instrumento, lo soplan, ¡y suena! ¿Qué oboísta no ha pasado por aquello
de montar y, antes de soplar, preguntarse si sonará?
Otro
consejo que os puedo dar es que en esos momentos en que cree no avanzar
le hagáis tocar una pieza de las que hace unos meses, o el curso
pasado, le parecieron difíciles. ¡Por supuesto que avanzan, y mucho!
También
os aconsejo que le llevéis a ver conciertos. De orquesta, de banda, de
cualquier tipo de agrupación en su escuela, en teatros, auditorios, en
la calle, donde sea. Que se imagine así, tocando, haciendo música,
viviendo la música desde dentro. Que vea tocar a otros compañeros, que
acuda a audiciones en la escuela de su instrumento o de otros. Que
busque en internet vídeos que tengan a su instrumento como protagonista.
Que viva la música y que desee la música. Hacedle saber que hay mucha
gente por ahí que hubiera deseado tocar un instrumento, y ellos lo están
haciendo, y van a disfrutar muchísimo con ello.
Os aseguro que muchas de las mejores horas de mi vida las he pasado haciendo música...
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