(NOTA: el concierto para oboe empieza en el minuto 42...y no os perdáis la propina.
Solo fantástico en "Don Juan" también de Richard Strauss en 1:17:40)
Queridos alumnos:
Hoy quiero compartir con vosotros -por gentileza de Pepe Larraburu, que me ha enviado el enlace- el maravilloso concierto de Richard Strauss para oboe, magistralmente interpretado por el oboísta Lucas Macías y la Orquesta de Radio Televisión Española.
¿Por qué en el título he escrito eso de "NUESTRO"? ¿No lo recordáis? ¡Claro que sí, es el concierto que el año pasado disfrutamos en directo con el oboísta Alexei Ogrintchouk! Ahora ya caéis, ¿verdad? Y qué majo fue Alexei, el ratazo que pasó firmando autógrafos sin perder la sonrisa. ¿Todavía tenéis por ahí vuestro programa firmado? Yo sí...
Este concierto estaba entre los primeros discos que me compré -sí, soy una de esas abuelas que compraban discos cuando no existía internet para oír y ver todo gratis-, y nunca me cansaré de oírlo, es uno de mis favoritos. Me gusta siempre. Lo toque quien lo toque.
Cuando, siendo ya algo mayorcita -aunque no tanto como ahora- empecé a oír música clásica, y fui víctima de un flechazo que me llevó tiempo más tarde a la escuela de música con veintiséis años, me pasaba algo curioso. Veréis, yo iba a los conciertos a oír la música. De hecho no podía acudir a valorar la interpretación de esa música porque de eso no tenía ni idea.
Tuve, por ejemplo, una época enloquecida con Mahler, así que, si en la Quincena Musical donostiarra programaban alguna de sus obras, allá que me iba yo a oírla, solica por la autovía. Vale, ir a la quincena suele ser garantía de orquestón de miedo y tal...pero eso me daba igual. Con tal de que no desafinaran todos a la vez a mí todo me parecía bien. Lo que quería era oír la música, en este caso, de Mahler.
Más de una vez sucedió que algún concierto que a mí me había encantado porque tocaban esta o aquella obra maravillosa en realidad había sido casi una bazofia a oídos de los expertos...¡¡y yo no me había dado cuenta!! Esto me hacía por una parte darme cuenta de mi tremenda ignorancia y, por otra, como ya empezaba yo a soñarme tocando -aunque no creyera entonces que esto fuera a suceder de verdad- me preguntaba si, sabiendo música, uno deja de disfrutar de la música o, más concretamente, me preguntaba si podría sucederme esto a mí misma si alguna vez se me llegaban a desvelar los secretos escondidos entre aquellos palitos y bolicas enredados entre cinco líneas paralelas hasta el infinito...o hasta la doble barra.
Supongo que ahora me va a tocar hablar de mis limitaciones.
Resulta que unos cuantos años después de aquello, habiendo estudiado por fin música y concretamente el oboe -que es simplemente el más maravilloso instrumento de cuantos suenan sobre la faz de la tierra- no soy mucho más crítica que entonces. Me sigue chiflando lo que compusieron los grandes por encima de interpretaciones y seguramente de errores que, gracias a mis casi intactas ignorancia e incapacidad, me pasan desapercibidos. Esto me ha negado el tener una brillante carrera de crítico musical, qué se le va a hacer, pero...¡disfruto tanto de la música!
Bueno, a ver, sí, me doy cuenta de alguna que otra cosa más que antes. Y sí, -para que no se me enfaden los músicos- es verdad que ahora percibo muchos detalles que antes estaban camuflados entre tanto chorro sonoro. En ese sentido puedo afirmar que se puede disfrutar distinto...pero no sé si más. La música tiene esa capacidad de transmitir emoción en bruto, a veces de modo incluso inesperado y hasta arrancar lágrimas. Para percibir esto sólo hace falta escuchar, dejarse llevar.
La música, ¡¡la música!!
Muy queridos alumnos: espero saber transmitiros un pizca del brillo de este tesoro para que os chispeen un poco los ojillos. Estáis sólo empezando y tal vez no sabéis dónde os metéis. ¿Me dejáis que os cuente dónde? Es una cueva de Alí Babá, en la que el oro, las perlas y los zafiros...suenan.
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APARTADO DIDÁCTICO:
- Para los alumnos: diferencia entre solista y solo
El oboísta que está de pie junto al director tocando el concierto de Strauss es un solista. El que, concretamente en el momento 1:17:40 de la obra "Don Juan" -también de Richard Strauss- toca desde su lugar en la orquesta una preciosa melodía que destaca sobre la música que está sonando en ese momento interpreta un solo de orquesta.
- Un detalle para padres de oboístas principiantes:
Al solista se le hinchan las venas del cuello -parece que va a reventar la corbata- y se pone muy muy rojo, igualico que vuestros hijos cuando tocaron ante vosotros por primera vez y estuvisteis a punto de cambiarle de instrumento. Vamos, que lo de ponerse rojo y feo tocando no mejora, ya lo siento.
El oboísta que está de pie junto al director tocando el concierto de Strauss es un solista. El que, concretamente en el momento 1:17:40 de la obra "Don Juan" -también de Richard Strauss- toca desde su lugar en la orquesta una preciosa melodía que destaca sobre la música que está sonando en ese momento interpreta un solo de orquesta.
- Un detalle para padres de oboístas principiantes:
Al solista se le hinchan las venas del cuello -parece que va a reventar la corbata- y se pone muy muy rojo, igualico que vuestros hijos cuando tocaron ante vosotros por primera vez y estuvisteis a punto de cambiarle de instrumento. Vamos, que lo de ponerse rojo y feo tocando no mejora, ya lo siento.
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