La mayor de mis hijos es muy mayor. Tiene ya una sonrisa desdentada, mide mucho más de un metro y hace preguntas difíciles. Aprende mucho, lee sola, escribe preciosos cuentos...¡¡y tiene tarea!! Esto último ha empezado a suceder hace muy poco tiempo. Es una tarea fácil, pequeña. Una tarea de tercero de Infantil: cada quince días tiene que leer un cuento y hacer después una ficha.
¿Por qué os cuento esto, que aparentemente no tiene nada que ver con vosotros? ¡Ya habéis superado esta etapa, tenéis hijos oboístas, que tienen tareas de verdad, de las difíciles!
Sucede que este hecho tan novedoso y anecdótico ha hecho que os recuerde mucho. Sucede que, a pesar de que es una niña muy trabajadorica y responsable, madura, buena... a Catalina a veces su tarea se le despista, y tengo que estar yo recordándole que tiene que leer ese cuento, que no lo deje para más tarde, que es domingo ya y mañana hay cole, que tiene que hacer la ficha con cuidado...¡¡y yo lo que quisiera es que ella se hiciera responsable de su tarea y se acordara de hacerla en el momento debido y con el cuidado requerido!! Igual igual que a muchos de vosotros con la tarea de oboe, ¿verdad?
En nuestra vida de padres -ahora hablo de mí y de mi marido- se va acercando el momento extraescolar. Tenemos que decidir cómo y dónde queremos que nuestros hijos aprendan música. No es que queramos que nuestros hijos sean unos virtuosos, simplemente nos gustaría acercarles a ese mundo maravilloso que es la música, que lleguen a donde quieran llegar, y que no nos reprochen cuando sean grandes que no aprendieron música porque nos dio pereza pasar horas en los pasillos de la Escuela.
Por eso...¡os admiro tanto!
Para empezar, os estamos pidiendo que asistáis a las clases de vuestros oboístas, al menos durante el primer año, de modo que os dejamos, por ejemplo, sin ese ratico de recados que a veces es tan necesario o sin ese café, periódico en mano, que no habéis podido tomar en todo el día. ¡Un rato para vosotros! Y, además, tenéis que seguir la clase con cierta atención porque la idea es que después podáis apoyarles en casa. ¡Cuántos consejos os daba yo en aquellos dos artículos sobre la importancia y necesidad de ese apoyo a vuestros aprendices de músico! ¿Lo recordáis? Podéis repasarlos pinchando aquí para consultar el primero de ellos y aquí para leer el segundo.
De modo que os recordaba mucho estos días.
¿No queremos todos -yo la primera- que nuestros pequeños hijos sean perfectamente responsables y no nos carguen con la tarea de tener que recordarles una y otra vez que tienen que ponerse a estudiar? Pero, ¿no terminaron los sacrificios con los biberones nocturnos? Pues no. Y... yo, profesora de oboe... ¿seré capaz de apoyar a mis hijos como es debido cuando estudien música? Pues me va a tocar hacerlo. Pero no será fácil, ¿verdad? ¿Durante cuánto tiempo la responsabilidad d
el resultado caerá sobre mis hombros? Si no avanza, si suspende, si se va a casa una y otra vez con la pegatina roja o amarilla por haber estudiado poco...¿será, en parte, culpa mía, por no haberle organizado el estudio o no haber insistido lo suficiente?
En vuestro caso, además, ocurre que vuestros hijos...¡¡tocan el oboe!! A estas alturas de sus estudios, ¿a que sabéis mucho de cañas? Mojar, abrir, cerrar, que si está dura, que si blanda, rajada, probemos con otra...cuánta paciencia.
Una cosa está clara: tanto en el cole como en la música, salvo muy contadas excepciones, lo habitual será que nuestros hijos necesiten que les recordemos sus obligaciones, que les animemos a estudiar, que les transmitamos lo positivo de esos pequeños y diarios esfuerzos tan necesarios para avanzar en cualquier cosa. Por eso sigo pensando todo lo que expresaba en esos artículos que os mencionaba antes, pero ahora...os comprendo un poco más.